Un trastorno bastante frecuente dentro de la psiquiatría: la distimia. El vocablo procede del griego y su significado es “mal humor”. Es una enfermedad que ha recibido distintos nombres a lo largo de su historia. Se le ha llamado, entre otros, depresión menor. Afecta entre un tres y un cinco por ciento de la población, manifestándose dos veces más en las mujeres que en los hombres. Presenta síntomas depresivos de menor intensidad que en la llamada depresión.

Estos síntomas son fundamentalmente:

  • estado de ánimo triste.
  • apatía.
  • desilusión por las cosas cotidianas.

Otros síntomas pueden ser:

  • ansiedad,
  • insomnio,
  • distorsiones cognitivas en sentido negativo,
  • abulia,
  • cualquier síntoma inherente a la depresión, siendo muy raro el suicidio.

La duración es superior a dos años y se puede considerar como un trastorno que fluctúa en el tiempo.

La etiología presenta cierta base biológica pero también influyen mucho los factores psicosociales así como el carácter y la personalidad de quien la padece, dándose principalmente en personas que presentan escasos mecanismos de defensa ante la frustración. De esta manera, muchas veces son incapaces de encontrar la parte positiva de las cosas, teniendo baja autoestima. Otras veces los problemas familiares, laborales o de relación influyen a retroalimentar su enfermedad. Vulgarmente podríamos decir que la persona está insatisfecha con su vida y su entorno. Existe un empeoramiento por la tarde aunque no siempre sucede en la totalidad de los afectados.

La distimia suele ir acompañada de ansiedad. La persona se encuentra atrapada en su propia enfermedad, existiendo un sufrimiento marcado. Hecho que ha llevado a que reciba de forma inexacta la denominación de “depresión neurótica” o “depresión asociada a ansiedad”. Ocurre habitualmente en la edad media de la vida alrededor de los cuarenta años aunque también puede aparecer en niños y en adolescentes cuyo síntoma más destacado es la irritabilidad.

El hecho de padecer una distimia no exime de padecer una depresión mayor, es lo que se llama “depresión doble”.

El tratamiento va dirigido a aumentar el estado de ánimo. Los inhibidores de la recaptación de la serotonina, antidepresivos duales y otros antidepresivos tienen un papel importante para mitigar la sintomatología. Los ansiolíticos también pueden ayudar cuando la ansiedad hace su presencia. Es recomendable una psicoterapia de apoyo dado los problemas internos y conflictos que la persona mantiene consigo misma.

Dr. Miguel Verdeguer Dumont
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